Aromaterapia tradicional y aromaterapia moderna

La creación del término Aromaterapia se debe al químico francés René-Maurice Gattefossé (1881-1950), que lo acuñó en 1928 tras tratar una quemadura en su mano introduciéndola en un recipiente que contenía aceite esencial de lavanda 100% puro. En 1937, esta nueva palabra hizo su aparición pública oficial, tras la publicación del libro Aromaterapia: aceites esenciales, hormonas vegetales de R. M. Gattefossé. Fue durante la Segunda Guerra Mundial cuando el término «aromaterapia» y el uso de sustancias aromáticas comenzaron su desarrollo e implantación en la sociedad moderna, gracias al cirujano francés Jean Valnet (1920-1995), que utilizó aceites esenciales para tratar heridas y quemaduras y más tarde extendió su uso al tratamiento de trastornos mentales.

Aromaterapia: los orígenes

Por tanto, la aromaterapia, entendida como la disciplina internacional que utiliza plantas aromáticas y aceites esenciales, además de promover una vida en armonía con la naturaleza, es relativamente moderna. Se trata de una práctica holística que actúa sobre los procesos físicos, mentales y espirituales mediante el uso de sustancias aromáticas, que representan el componente más evolucionado del mundo vegetal, el alma de la planta, su personalidad. El aceite esencial, formado por moléculas aromáticas, sigue siendo materia, pero extremadamente purificada y refinada; es la información que actúa como mediadora entre el mundo material y el espiritual.

Aromaterapia holística y aromaterapia moderna

La aromaterapia se convierte en parte integrante de una nueva visión armónica del mundo, en la que resulta esencial volver a conectar con el reino natural y restablecer la energía positiva. Precisamente desde el punto de vista energético, los aceites esenciales y la aromaterapia moderna desempeñan un papel nuevo y en expansión: actúan a nivel del cuerpo etérico, y las investigaciones al respecto han demostrado que las plantas, en particular las flores y los árboles, poseen una radiación energética muy similar a la que emana del cuerpo etérico humano. La imperceptible esencia etérica de las flores y plantas entra en contacto con los cuerpos energéticos del ser humano a través de los chakras y libera en estos sus energías curativas y armonizadoras. Las plantas medicinales aromáticas siempre han tenido una función preventiva, puesto que nutren el sistema inmunitario con moléculas valiosas que ya están presentes en nuestra memoria de ADN.

El olfato: la magia de transformar un aroma en emociones

Los aceites esenciales actúan en el sistema olfativo y en el sistema límbico estimulando muchas de las funciones neurovegetativas del organismo humano:

  • Memoria y recuerdos
  • Afectos
  • Emociones
  • Sistema neurovegetativo
  • Órganos y sus funciones

Las investigaciones más recientes confirman la acción de los aceites esenciales sobre el sistema nervioso, ya que influyen de forma eficaz y beneficiosa en las funciones psíquicas, el estado de ánimo y las emociones. Cuando olemos un aceite esencial, las moléculas «perfumadas» entran en contacto con la mucosa olfativa, donde residen entre 10 y 25 millones de células olfativas. Estas células son en realidad células nerviosas que transforman la señal olfativa en un impulso eléctrico dirigido hacia el hipotálamo, con la participación de la amígdala, una estructura nerviosa que se cree que es la sede de las emociones, los recuerdos y los estados de ánimo, en relación precisamente con los estímulos olfativos.

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